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El despacho H Arquitectes firma la singular bodega Clos Pachem en la comarca del Priorat en Cataluña, con un detallado estudio bioclimático.

Por Marta Rodríguez Bosch

La bodega Clos Pachem, en el centro de Gratallops, ha sido proyectada por H Arquitectes. 

Si bien muchos de los proyectos arquitectónicos recientes destinados a bodega han debido plantear su inserción en un paisaje de viñas, no es el caso del despacho H Arquitectes, responsables del edificio de Clos Pachem en la comarca del Priorat, en Cataluña.

Su enclave en pleno corazón de Gratallops, población conocida por el prestigio de sus caldos, ha supuesto un factor significativo. La parcela, inscrita en una estructura urbana típica de centro histórico (calles estrechas, casas entre medianeras, a tocar de la iglesia del pueblo), define parte de su fisonomía. Pero, también, el anterior uso que tuvo el solar como frontón. Las dos altas paredes en ángulo y un apéndice que traza una zeta han dado lugar a una bodega con dos  ámbitos bien diferenciados: una gran “nave” regular y un particular “pasaje” que propulsa la circulación por el conjunto del espacio arquitectónico. 

 
Entrada a la bodega Clos Pachem y sucesión de cubiertas verdes a distintos niveles que contribuyen a sus condiciones bioclimáticas.

“Desde el exterior, el edificio presenta una presencia más vernacular pero al entrar en el pasaje los sistemas constructivos se van deconstruyendo y progresivamente van explicando la naturaleza del edificio”  explican desde H Arquitectes.

Quien camine por Gratallops se topará, en pleno centro, con una densa fachada de ladrillo revestida con mortero de cal de tono terroso. Da cierre al volumen de la nave donde se encuentran las tinas de fermentación, en un espacio interior a triple altura. Un amplio hueco marca la entrada principal al recinto de la bodega, desde donde se inicia el tránsito por ese pasaje o calle interior. Ceñida al antiguo muro de piedra de hasta 10 m de alto, hace de medianera con varios edificios del pueblo.

La nave de vinificación es un espacio a triple altura sobre el que se abren oficinas y salas de cata.

Pero si el exterior se percibe como un plano compacto y masivo, el interior deviene espacio aéreo y ventilado en sus distintos ámbitos. Aquí el ladrillo queda a la vista y se erige en material protagonista. Enlaza, así, con las antiguas cooperativas vitivinícolas de principios del siglo XX que proliferaron en Cataluña. Es un elemento constructivo que H Aquitectes conoce bien y a su carácter de material natural, simple y sobrio, añade un impecable tratamiento en cada hilada, creando una ritmo interno armónico, que contribuye a la renovación de su expresividad.

Planta baja del edificio de Clos-Pachem proyectado por H Arquitectes, donde se distingue la nave y  la “calle interior” de la bodega. 

Aplicando diversos recursos, los arquitectos persiguen lograr el comportamiento óptimo del edificio a partir de principios pasivos o lo menos artificiales posible, para una bodega que produce  vinos mediante procesos biodinámicos. La zona de vinificación cuenta con una climatización natural basada en varias estrategias combinadas. La primera es la triple altura interior que favorece la estratificación del aire caliente en la parte alta, lejos de las tinas. La segunda se basa en obtener la máxima inercia posible de los sistemas constructivos para mantener la estabilidad hidrotérmica interior. La tercera reside en el diseño de la cubierta que incorpora una piscina con lámina de agua de 10 cm y dos niveles. Durante la noche el agua asciende al aire libre y se refresca, durante el día, queda debajo de la cubierta transmitiendo el frescor. “Se produce un intercambio a gran escala entre el interior de la nave y la temperatura del universo que por radiación es una fuente inagotable de refrigeración” señalan los arquitectos.  

Un sistema de muros de carga cerámicos, con múltiples capas entre pilastras crean cámaras para la circulación del aire y refrigeran. De este modo se ha logrado un edificio muy estable térmicamente, imprescindible para la producción de vinos.

 
Situada entre dos calles del pueblo con desnivel, este se salva con una escalera grada, con funciones de asiento para grupos de vistantes.

El singular “pasaje” es la pieza arquitectónica que da la bienvenida a los visitantes de la bodega  y, a la vez, se abre como espacio de recepción de la uva tras la vendimia. El estudio del aire y circulación de la brisa por esta calle interior, realizado por H Arquitectes, permite disfrutar  de una temperatura 3 o 4 ºC menos que en el exterior. En su recorrido, una serie de cubiertas verdes a distintas alturas, combinadas con forjados a modo de amplios rellanos entre escaleras, contribuye a ello. “El agua de lluvia se almacena hasta que rebosa de una cubierta a otra bajando lentamente, reduciendo la velocidad y haciéndola pasar por todo el pasaje ayudando a refrescar el ambiente y regando la vegetación”, apuntan. Desde allí se accede a las oficinas, salas de reunión y cartas. Ubicadas en los dos extremos de la nave, se abren mediante generosos ventanales a esta, y también al pueblo y la iglesia contigua.
 

La fachada de la bodega es de ladrillo revestido con mortero de cal de color arena. 

H Arquitectes - fundado en el año 2000 en Sabadell (Barcelona) y dirigido por cuatro arquitectos asociados (David Lorente, Josep Ricart, Xavier Ros y Roger Tudó) - es uno de esos despachos que desde sus inicios despuntó por su personal impronta en cada proyecto. Este año ha merecido el Premio de Arquitectura del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), aunque no por esta sino por otra obra. La bodega, no obstante, ha sido también merecedora de sendos galardones, como el Premio Internacional de Arquitectura Barbara Cappochin 10ª edición y el Premio ‘XV BEAU’ Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo. 

Todas las fotos: © Jesús Granada