Se acaba de inaugurar el nuevo museo nacional, bautizado como Casa de la Arquitectura, dedicado a esta disciplina. Un espacio para difundir su razón de ser, el potencial transformador e imaginar colectivamente el futuro del entorno construido.
por Marta Rodríguez Bosch
“Nameless Models”, una de las muestras con las que se estrena la Casa de la Arquitectura. © José Hevia
La arquitectura como expresión cultural que refleja la identidad de cada sociedad. Y las sociedades contempladas como suma del presente y el legado heredado, que determina el futuro de las personas. La arquitectura, pues, como un bien de interés general que demanda el reconocimiento e implicación de la administración pública, en promover su protección, fomento y difusión. Bajo este ideario se ha creado la Casa de la Arquitectura, que da nombre al nuevo Museo Nacional de Arquitectura y Urbanismo, ubicado en Madrid.
La recién inaugurada institución persigue ahondar en el potencial transformador de la arquitectura, como actividad multidisciplinar y difundir sus valores al conjunto de la sociedad. El fomento de la investigación y la conservación de la arquitectura como hecho cultural y patrimonial, y su prospectiva, se traducen en nuevos espacios de exhibición y la documentación de contenidos para el estudio.
La exposición “Ecosistemas.zip” da voz a 60 estudios de arquitectura emergentes en España. © Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana
De las tres exposiciones con las que arranca la flamante institución, dos se dedican a las jóvenes generaciones. “Ecosistemas Zip. Nuevos procesos, nuevas arquitecturas” da visibilidad a 60 estudios de arquitectura emergentes a los que se entregó un A2 en blanco, donde explican sus procesos de trabajo. Comisariada por los arquitectos Sol Caride Ferreira, Miguel Fernández-Galiano, Jorge Mañas Álvarez y Pedro Torres García-Cantó, difunde la nueva arquitectura creada por la generación nacida a partir de 1986, y como la gran crisis de las hipotecas del 2008 determinó la reinvención de su enfoque. El equipo de comisarios los definen como un colectivo que ha trabajado “construyendo un ecosistema tan feliz como precario en el que, a través de un cambio de formato, de escala y de objetivos, han podido desarrollar su creatividad”.
Según el arquitecto Pedro Torres García-Canto, -de Bizna estudio y co-comisario de “Ecosistemas Zip”- “la arquitectura hoy debe responder al rol fundamental que siempre ha tenido: dotar de los mejores espacios posibles para que la sociedad pueda desarrollar sus vidas. Espacios que deben ser lo más acogedores, y eficientes espacial y energéticamente. Actuaciones mesuradas y muy conscientes de las condiciones en las que se desarrollan”. Y puntualiza: No creo que la disciplina pueda permitirse ser rehén o cómplice de otra burbuja”.
Ecosistemas.zip + BIZNA estudio + NULA.STUDIO han diseñado Cacharro, el mobiliario expositivo de esa muestra, que permanecerá en la Casa de la Arquitectura. © Miguel Galiano
Él mismo pertenece a esta generación formada en un momento álgido de la arquitectura y construcción en España, aunque truncada en el momento de salir al ruedo por el pinchazo inmobiliario. “Otro de los puntos claves -añade- es la relación entre los estudios. De hecho, el nombre de la muestra "Ecositemas.zip" se debe a la intención de desvelar todas esas redes de colaboración, de orígenes, referencias y amistad”. Con el foco puesto en cómo han variado los procesos de trabajo respecto a las generaciones anteriores, aparecen lenguajes y maneras de trabajar completamente digitales. Y también el hecho de que la disciplina ha ampliado su campo de acción a la difusión, investigación o comisariado.
Catorce estudios jóvenes de Barcelona protagonizan la exposición “Nameless Models”. © José Hevia
La arquitecta Maria Povedano –co-comisaria de la segunda muestra “Nameless Models”- define su función a cumplir en la sociedad de hoy así: “la arquitectura debe habilitar los espacios físicos para el desarrollo de nuestros derechos como ciudadanos, el cuidado del patrimonio urbano y rural, la garantía de los derechos de las personas menos privilegiadas y la equidad”. Y señala como primordial en la tarea del arquitecto garantizar la habitabilidad de los espacios que proyecta, la capacidad de favorecer la cohesión social y la adaptabilidad de sus propuestas a la crisis climática.
“Nameless Models” -comisariada per Eduard Fernández, Arnau Pascual, Marina Povedano y Laura Solsona- incluye el trabajo de 14 estudios jóvenes de Barcelona fundados durante la última década.
Povedano recalca que lo común como generación a la hora de afrontar la práctica arquitectónica es que “dejan de lado las cuestiones formales y pasan a trabajar desde la escala más cercana. Son estudios comprometidos con interiores más acogedores, con mejores condiciones de habitabilidad y menos prejuicios estéticos. Además, trabajan con materiales conscientes de su huella e impacto en el medio ambiente”.
Como reflexión de la historia arquitectónica más reciente figura la exposición "La construcción de un país". Su comisario Moisés Puente traza un recorrido por más de 65 edificios edificados en España por arquitectos españoles desde la transición, en la década de los 70s con el inicio de la democracia, hasta la actualidad, a través de maquetas. “Si con la última crisis económica (2008) la figura del arquitecto perdió gran parte de su poder y prestigio, la buena arquitectura de hoy pasaría inevitablemente por reconocer su utilidad dentro de la sociedad”, apunta en su declaración de principios.
El edificio La Arquería de Nuevos Ministerios, en Madrid, aloja la nueva Casa de la Arquitectura. © Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana
La gran Casa de la Arquitectura, de titularidad y gestión pública adscrita al Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana, se reconoce como un museo contemporáneo y, como tal, plataforma de encuentro, intercambio y aprendizaje para un público transversal e intergeneracional. Sus objetivos declarados también comprenden fomentar el principio de calidad y valorar su impacto en los entornos construidos para avanzar en sostenibilidad y resiliencia. Con un objetivo final, el bienestar y salud de las personas, sin comprometer el de las generaciones futuras.
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